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Sesión 15: Una separación (Asghar Farhadi, 2011)
Estas son las lecturas para construir la reseña:
http://www.miradas.net/2011/10/actualidad/criticas/nader-y-simin-una-separacion.html
http://www.blogdecine.com/criticas/nader-y-simin-una-sepracion-un-thriller-moral
http://www.cinefagos.net/index.php?option=com_content&view=article&id=926:una-separacion-de-asghar-farhadi&catid=3:crca&Itemid=40
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Sesión 14: Lazos de sangre (Debra Granik, 2010)
Adjuntamos las lecturas para la reseña:
http://www.miradas.net/2011/02/actualidad/criticas/winters-bone.html
http://www.elespectadorimaginario.com/pages/febrero-2011/criticas/winters-bone.php
http://www.ochoymedio.info/review/1442/Lazos-de-sangre/
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Promesas del Este: Mostrar violencia no es criticar violencia
Por; Pablo Andrés Ochoa Botache.
Partiendo de la pregunta formulada por Arantxa Bolaños en Miradas de Cine sobre si la violencia tiene alguna justificación, cuestión desde la que defiende el argumento de Eastern Promises (EP), no parece claro que Cronenberg quiera llamar la atención sobre la naturaleza de la violencia, mucho menos que se pueda formular una “filosofía crítica”, como escribe Arantxa. Más bien se ve una película con una historia repetida, igual que las propuestas howllywoodenses, que no hace aguas por un par de escenas -precisamente violentas- que sacuden al espectador de diálogos, la mayoría de las veces, innecesarios. Más bien, una crítica seria de la violencia tendría la forma ofrecida por Haneke en Funny Games; por otro lado, si se tilda a directores como Von Trier como “pedantes” (Emilio Borso de Miradas de Cine en referencia a Dogville) en virtud de un planteamiento, que aparte de ser cinematográficamente innovador, muestra una posición propia frente a un hecho histórico social (el juego de poderes en un modelo de sociedad universal), entonces, decía, Cronenberg si es un completo pedante.
En primer lugar, desde un punto de vista cinematográfico, en EP no se hace ninguna apuesta importante. El desarrollo formal de la película se mueve dentro del marco convencional, excepto por el uso de la iluminación para conferirle cierto halo de ilegalidad a las escenas tocantes con el restaurante-cuartel de la mafia rusa (tono amarillento, ocre) y distinguirlas de la legalidad en que vive la enfermera junto con su familia (un tono más claro); así mismo, resalta el uso de excelentes efectos especiales para reproducir acertadamente los homicidios, y finalmente, el momento estelar de la película, la pelea a muerte del chofer con los sicarios chechenos (incluso podría agregar el primer plano del feto mostrado al principio, que muestra la vida más orgánica que nunca). Pero es precisamente esta escena, la de la última lucha, la que delata la falta de fuerza del guión y de proposición de un argumento de Cronenberg.
Volviendo a Haneke, por ejemplo, Funny Games no aborda la violencia física directamente, lo hace sutilmente, porque lo más importante no es cómo se expresa, sino las causas que mueven a los agresores; una de las formas sería, y la más común, la brutalidad física, pero la violencia es una forma de expresión con un abanico amplio de matices. De este modo, Haneke llama la atención sobre la aprobación que tiene el espectador de la violencia en las películas que ve; los largos planos secuencias tras la muerte del niño, el televisor ensangrentado, el regreso inesperado de los asesinos, la eliminación del recurso de catarsis, son suficientes en Funny Games para comprender que esa violencia no es gratuita.
En cambio, Cronenberg la utiliza para divertir, para acelerar el ritmo de la película ante la ausencia de diálogos que sostengan una historia agotada desde el comienzo. Si bien el objetivo de la enfermera es del todo justificado, al tratar de buscar el padre del niño recién nacido, no se comprende cómo después de contactar a la élite de la mafia rusa termine sin un rasguño. Diría yo, que la actitud de Semyon (el padrino ruso) tan condescendiente con ella no es justificada, porque siendo un testigo potencialmente peligroso ante la justicia, es la que menos adversidades sufre. Además, si ella quisiera ayudar, hubiese puesto el diario en manos de la policía cuando sospechaba de la organización que enfrentaba (el papel de Naomi Watts, muy similar al de Mullholand Drive, de inocente que no entiende nada, raya con una torpeza notable a la hora de abordar la realidad). Todos estos detalles delatan una historia flojísima, con abundantes rodeos, que no son fieles a la lógica en que se mueve ese mundillo de la ilegalidad (solamente por mencionar); sólo los ríos de sangre desatados por el director, justificándose en que así critica la violencia, encauzan de nuevo el filme. Aquí cabe la pregunta ¿cómo cuestiona Cronenberg el concepto de violencia haciendo explícita la violencia? Claro que al espectador no se le ocurre, ni de lejos, preguntar por el contexto social, político, ético que lleva a estos sujetos a comportarse así. No hay un cuestionamiento, no hay formulación de preguntas, y por lo tanto, Eastern Promises no produce nada más que la sensación de haber invertido mal dos horas asistiendo a una muestra de lo que en nuestro país se puede conocer a través de un noticiero.
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Sesión 13: Mary and Max (Adam Elliot, 2009)
Estimados estudiantes.
Para la realización de esta reseña, deben buscar de manera autónoma las lecturas que consideren pertinentes. Es importante que en la reseña se citen las lecturas consultadas.
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